ORACIÓN: LLÉNAME DE TU SANTO ESPÍRITU MI PADRE

PADRE:

Mi alma necesita de  TI. En medio del desierto estoy, clamándote mi
PADRE porque necesito que me salves.

TÚ eres el DIOS verdadero, creo que TÚ siendo DIOS un día te hiciste
carne por medio de mi SEÑOR JESUCRISTO y pagaste con tu muerte en la
cruz del calvario por todos mis pecados.

TÚ eres el DIOS vivo que al tercer día resucitaste de los muertos y

ascendiste al cielo, y hoy estás sentado a la diestra de DIOS PADRE.

Tú eres el DIOS verdadero que al ascender al cielo prometiste que
nunca nos dejarías y que jamás nos abandonarías, y por eso mandaste a
tu Santo Espíritu para que habite en medio de nosotros.

A TI mi PADRE, mi SEÑOR y mi DIOS, a TI que eres el Alfa y Omega, el
Principio y el Fin.

A TI mi PADRE que me creaste en el vientre de mi madre, me viste desde
antes que naciera y me diste soplo de vida.

A TI mi PADRE, que me has cuidado desde que nací y hasta el día de
hoy, por medio de tu Espíritu Santo.

A TI mi PADRE, que estás conmigo en cada momento de mi  vida, en los
momentos felices y en los momentos amargados.

A TI mi PADRE: te imploro: ¡SÁLVAME SEÑOR!

No sé cuánto tiempo más TÚ me darás de vida sobre este mundo. No sé si
está cercana mi hora. No sé si estoy comenzando un desierto, si voy a
la mitad, o si estoy por salir de él.

En este desierto he sentido sed, y TÚ me has dado agua de beber. Estoy
perdido totalmente porque no sé qué va a ser de mi vida, no sé qué
camino tomar, no sé a dónde ir, ni tengo a dónde ir, pero sé que TÚ
estás conmigo tomándome de la mano. No puedo ver más allá porque el
enemigo me ha cegado la vista, pero me aferro a TI mi PADRE. Tómame,
no me dejes caer.

En este desierto el enemigo me ha quitado el aliento, no puedo hablar,
pero TÚ mi DIOS conoces mis pensamientos.

En este desierto he quedado aniquilado de mi alma y de mi mente porque
a veces no puedo pensar y se confunde todo mi ser, pero TÚ mi DIOS me
estás viendo y diriges mi camino y conoces mi corazón. Y aún en la
desesperación TÚ entiendes mi clamor.

En este desierto quedó mi alma y mi corazón. Allí se quedaron mis más
grandes tesoros, mis más grandes anhelos, la preciosa herencia que me
diste, mi pasado, mi presente y mi futuro allí se quedó. Por eso te
clamo por misericordia para que TÚ mi DIOS te hagas cargo de mi vida
entera, de mis anhelos, de mis tesoros, de la preciosa herencia que me
diste, te entrego todo mi ser, todo lo que tengo, mi familia, sé que
estarán bien porque TÚ no les dejarás y jamás les abandonarás.
Clamo ante TI mi PADRE por misericordia.

¡Ten misericordia de mi oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

¡Ten misericordia de mí oh DIOS!

Escucha mi clamor, respóndeme PADRE. Hoy que siento desfallecer
necesito escuchar tu voz. Te necesito mi PADRE.

No me dejes SEÑOR, no me abandones mi CRISTO. Ya no puedo más mi
PADRE. Rescata del hoyo mi vida.

Dame nuevas fuerzas, apiádate de mí PADRE ETERNO. Si está llegando el
momento de concluir mi paso por esta vida, no permitas que el enemigo
me confunda, que me paralice, sino que déjame irme contigo, de pie,
con nuevas fuerzas, en victoria. En tus manos encomiendo mi alma, mi
cuerpo y mi espíritu. Te entrego todo lo que mes has dado desde el día
que nací. Y principalmente mis tesoros más preciados que son la
herencia que me diste.

Perdona mis pecados mi PADRE, sé que te he fallado. No hay nada que yo
pueda hacer para remediar mi pecado, pero te pido que tengas
misericordia de mí. Yo sé que TÚ eres un DIOS bueno, lo dice la Santa
Biblia, sé que en tus manos preciosas está el castigo o la salvación.

Por esa razón, yo vengo ante TI mi DIOS pedirte que tengas
misericordia mía. Apiádate de mí en estos momentos de angustia y de
dificultad.

El enemigo podrá reírse de mí, pero jamás podrá reírse de TI mi DIOS.
Yo he caído en el pozo de la desesperación y en el mar de las lágrimas
y el miedo, pero TÚ sigues reinando con poder y con gloria, con
justicia y con amor. A TI mi DIOS nada ni nadie te hace estremecer.

Bendito sea tu nombre.

Te clamo por justicia y misericordia mi PADRE. Haz prevalecer tu
justicia y tu misericordia mi PADRE. Haz prevalecer tu justicia y tu
misericordia mi PADRE. Haz prevalecer tu justicia y tu misericordia
DIOS bueno. Haz prevalecer tu justicia y tu misericordia DIOS justo.
Haz prevalecer tu justicia y tu misericordia mi PADRE amado.

Desconozco mi PADRE si esta es otra prueba más o si esta es mi última
prueba. Pero TÚ lo conoces todo y sabes qué pasará mañana.

Tú ya conoces el presente, el pasado y el futuro y ya sabes cuál será
mi fin. Tú sabrás si volveré a sonreír, si podré volver a servirte, si
podré volver a tener paz en mi corazón, si podré volver a tener
regocijo en mi alma.

Yo te pido que me salves, aunque sé que el enemigo quiere verme
destruido. Yo te pido que tengas misericordia de mí y que tu justicia
prevalezca. El enemigo no tiene poder sobre mí si TÚ no se lo das, el
enemigo no puede destruirme, si  TÚ no lo autorizas.

PADRE: TÚ TIENES LA ÚLTIMA PALABRA SOBRE MÍ.

Cualquiera que sea tu decisión mi PADRE te ruego me llenes con tu
Santo Espíritu. Úngeme con aceite fresco, adereza mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores. No permitas que desmaye, dame
fuerzas como las del búfalo. Ayúdame a ser fuerte y valiente, y aunque
caiga en batalla que esté lleno de tu Espíritu Santo para no sentir
miedo. En tus manos encomiendo mi cuerpo, mi alma y mi espíritu. Amén.

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