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19.3.13

MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ Y YO LAS CONOZCO Y ELLAS ME SIGUEN.



Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que les ha dado a mí, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. - Juan 10:27-29
Qué versículo tan maravilloso y alentador este es al creyente verdadero. El Señor Jesús está diciendo que los que son suyos son sus por toda la eternidad. Él los está sosteniendo en la mano y está cuidando a los que el Padre les ha dado. 
Seis declaraciones separadas son hechas acerca de “mis ovejas”:
(1) Escuchan mi voz,
(2) yo las conozco,
(3) me siguen,
(4) Yo les doy vida eterna,
(5) no perecerán jamás, y
(6) nadie las arrebatará de mi mano.
Estas son las seis cosas distintas, dijo acerca de aquellos que somos Sus ovejas.
Las ovejas pertenecen a Cristo, ellas son “mis ovejas.” Ellas son Su porque Él, “El buen pastor da su vida por las ovejas” - Juan 10:11. Él los compró con su propia sangre. Y se le ha dado a Él por el Padre. La propiedad significa señorío. Lo que es propiedad no tiene ningún derecho de la voluntad contraria a la voluntad del propietario. Tiene libertad para ir, dentro de los límites concedidos por el propietario. Está absolutamente claro entonces, que el Pastor Bueno no concede a Sus ovejas lo que le ha costado tanto para colocar en Su propia mano para la seguridad. Y las ovejas (el creyente verdadero), nunca querría dejar la presencia de su Salvador querido.
La mano de Dios no es una mano abierta. Es una mano que sostiene. Cuando un padre o una madre sostienen la mano de un pequeño niño para conducir él o ella sin peligro por algún lugar del verdadero peligro, aquel padre o madre no dejarán a aquella pequeña mano ir, aunque el niño pudiera tratar de alejarse.
Así como el pastor protege a sus ovejas, la seguridad de las ovejas de Jesús descansa en Él como el Buen Pastor, que tiene el poder para mantenerlos a salvo y proteger a sus ovejas del daño eterno. Satanás no puede dañar sus almas o quitarles la vida eterna con Dios. El verso 29 aclara que el Padre por último está de pie detrás de la seguridad de las ovejas, ya que nadie es capaz de robar de Dios, que está en el control soberano de todas las cosas (Colosenses 3:3 - Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios).
No hay pasaje más fuerte en el Antiguo o Nuevo Testamento para la seguridad absoluta y eterna de cada  creyente. La pregunta que queda entonces es, ¿tiene las ovejas (el verdadero creyente) la capacidad de removerse de la mano de Dios en contra de su voluntad y propósito? Para admitir esto, sería contradecir las palabras de Jesús: “Mi Padre… es mayor que todos.” El “todos” incluye a las ovejas. También estaría en contradicción con sus palabras, “no perecerán jamás”. El verdadero creyente nunca se pierda, ya que nunca también quieren desobedecer o dejar el lado de su Salvador, porque ha hecho Jesús su verdadero Señor y Redentor de su vida y valora el sacrificio máximo pagado por él en la cruz.
Cuando Jesús dice, “Mis ovejas no perecerán jamás,” es incondicional y final. Debe ser aceptado en la fe simple y hecho el sujeto de alegría y acción de gracias.
Juan 6:37-39 declara: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.  He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final.”
Tomado de http://mvmspanish.wordpress.com/

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