Dr. Oscar Rafael Prem
orprem@gmail.com
Tomé un avión hacia Guatemala después de haber dictado unas conferencias. Cansado de tanto viajar, me senté, cerré mis ojos y me quedé totalmente dormido. A los pocos minutos vi al señor presidente, quien venía de una cumbre. Se sentó a la par mía, nos dimos un cordial saludo y luego charlamos plácidamente.
De pronto me preguntó qué significaba para mí la integridad, a lo que respondí: integridad es la cualidad de una persona que cumple con rectitud los deberes de su función, es alguien probo, intachable y que no le falta nada. La integridad viene desde el hogar. El policía se forma en la casa, igual el ladrón, el ministro, el diputado, el juez, el alcalde y hasta el presidente. Le dije: presidente, hoy es común que una persona viva una doble vida; alcaldes haciendo su agosto, los diputados bailando al son que les toquen, los ministros siendo cuestionados por sus mismos subalternos, jueces vendiéndose al mejor postor.
Entonces le pregunté: ¿No es eso falta de integridad? Rápidamente nos moldeamos a cada situación, eso nos convierte en camaleones. En nuestra nación, la carencia de valores sobrepasa las estadísticas. Estamos al borde del caos. La mayoría de la población, sin trabajo, sin futuro y sin una mayordomía adecuada, somos una generación cuya mayoría no goza de buenos ingresos.
Otros queriendo legalizar la avaricia, y esta es prima hermana de la envidia, pues muchos compran solo porque el vecino tiene. Otros, usando tarjetas, que son armas de autodestrucción masiva, con ingresos menores a sus gastos, sabiendo que no podrán cubrir el monto gastado; los bancos ofreciendo créditos con bonitos nombres y nadie sabe el significado, y estos les dan a otros tu dinero y a ti te dan de premio el harakiri. 49% de las ganancias corporativas vienen del servicio financiero, y mucho cuidado, pues la raíz de ese mal es la especulación, creando un suicidio programado, llevando a las familias a la bancarrota, y esto es indignante. ¿Por qué? Por la falta de integridad. Es una epidemia y debemos luchar contra ella.
Aprovechando que estaba a su lado le dije: presidente, la construcción de una nación no se funda sobre arena movediza, se basa en verdades absolutas, en la integridad de un gobernante y su equipo, de su compromiso con Dios, con su familia y con el pueblo. Presidente, te prometo orar por ti, por tus ministros, por todo tu gobierno, pagar mis impuestos y ser un ciudadano íntegro.
En ese momento rodaron dos lágrimas sobre sus mejillas y me dijo: Óscar Rafael, mi Guatemala ha sido saqueada por delincuentes que han gobernado. Muchas noches no puedo dormir por el dolor de ver tanta desigualdad, corrupción, pobreza, inseguridad y enfermedades. Deseo ver una Guatemala justa, próspera y que sea una tierra de bendición.
En ese momento sentí una palmadita sobre mi hombro: era la aeromoza que me despertaba para decirme que abrochara mi cinturón, pues íbamos a aterrizar. Desperté totalmente de mi sueño; luego aterrizamos.
Bendiciones y hasta la próxima.