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17.10.11

PRÉDICA DE CASH LUNA: UN CORAZÓN LIBRE DE ENVIDIA


Pastor Carlos "Cash" Luna / Casa de Dios http://cashluna.org/

Esfuérzate por alcanzar tus metas por amor y no por envidia.

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Lucas 19: 10-19 nos comparte una parábola: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.

Esta parábola es muy parecida a la del amo que reparte talentos a tres siervos y vuelve tiempo después a pedir cuentas, aunque en este caso, es otra unidad monetaria y la reparte a diez personas. Esto me hace reflexionar en el hecho de que la Biblia, aunque a algunos no les agrade, habla del manejo del dinero. El mismo Jesús dijo que no es posible servir a Dios y a las riquezas y si no aprendemos sobre dinero en las Escrituras, lo aprenderemos de otras fuentes y nos faltarán los principios y valores necesarios para que tengamos el carácter de manejar lo que Dios nos quiere dar. El Señor siempre pedirá cuentas de lo que hicimos con lo que nos dio.

La parábola dice que el primer siervo produjo diez minas con una que recibió y el señor le dio autoridad sobre diez ciudades. Entonces, la lección es que para gobernar una empresa debemos aprender a gobernar los recursos que Dios nos da. Dime cómo manejas tus recursos y te diré dónde irás a parar.

Lucas 19: 20-27 continúa el relato: Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.

Lo primero que vemos es que el siervo necio culpa al señor de su fracaso, tal como hacen muchos. Revisa tu vocabulario, cuando algo malo pasa en tu vida, ¿siempre buscas un culpable o analizas en qué has fallado? Cuando estudiaba ingeniería en sistemas de información nos decían que si algo fallaba en el programa que hacíamos, lo último que debíamos revisar era la máquina, porque seguramente el error era nuestro en alguna línea de programación. Así debemos ser en la vida, si algo malo sucede, lo primero que debemos hacer es revisar nuestra conducta, claro que con sensatez, no con culpabilidad porque lo importante es encontrar el error y aprender para no volver a cometerlo.

El segundo aspecto y el que deseo enfatizar es la actitud de quienes estaban presentes y que no protestaron sino hasta cuando el amo mandó a que le dieran la mina a quien más tenía. Es realmente dramático ver que nadie protestó porque iban a decapitar a algunos, quizá hasta se ofrecieron a ayudar; tampoco hubo protestas porque le quitarían la mina al que no produjo, las protestas fueron al ver que ¡alguien sería beneficiado!

Generalmente nadie protesta porque a alguien le vaya mal, sino que les molesta que a alguien le vaya mejor y eso se llama envidia. Si alguien saca buenas notas es “nerdo” y si otro le lleva una manzana a la maestra es “culebra”. Tenemos la mala costumbre de juzgar de la forma como no queremos que nos juzguen. Si ofendes a alguien, lo hiciste sin querer, pero si alguien te ofende, seguramente tuvo toda la intención de hacerte daño. No usamos la misma medida porque juzgamos nuestras acciones con suavidad y somos implacables con las acciones de otros. Es como una obra de teatro que hicimos cierta vez en la iglesia que se llamó “Cangrejos en el bote” donde se ilustraba la envidia y falta de cooperación en grupo. Si un cangrejo quería salir, todos los demás lo jalaban hacia abajo para que no lo lograra porque no era mejor que los otros para merecerlo, cuando la actitud correcta era formar una escalera entre todos para que uno llegara arriba y ayudara a los demás a subir. ¡La envidia es terrible! Cuando sientas ese impulso por “ver feo” a alguien con éxito, recuerda que nunca llegarás a ser lo que envidias, ya que solamente se puede llegar a ser lo que se admira y se reconoce como bueno. El resentimiento es inútil porque impide que aproveches la oportunidad que tienes y además, provoca que ¡envidies a quienes sí la aprovecharon!

Envidia que corrompe

Mateo 20:12-16 dice: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

La envidia tiene un poder negativo y terrible. En este pasaje, cuando el amo le paga lo mismo a quienes trabajaron la jornada completa y a quienes trabajaron solo una hora, hubo protestas porque aquellos que trabajaron todo el día, sintieron que era injusto, pero el amo les recordó que les estaba pagando lo acordado y el resto era algo que no les incumbía. Este pasaje nos demuestra que es posible sentir envidia por aquellos que han logrado algo y también por quienes son beneficiados por alguien. Si una familia ha trabajado duro y tiene posibilidades de darle un carrito a su hijo que empieza la universidad, tenemos la opción de pedirle jalón o envidiarlo, hablando mal de él. Otro ejemplo es el de las jóvenes que sufren críticas por ser bonitas, cuando no tienen la culpa de que el Señor las creara así, pero las personas murmuran calculando cuántos novios han tenido y cómo les irá en la vida. Ayer vi una niña lindísima con ojos azules y le dije: “Ya sé porqué el Señor no me dio ojos azules”. Y cuando me preguntó porqué, le respondí: “Porque los tenía reservados para ti”. De inmediato vi que se sintió ¡como una reina! Hubiera sido ridículo que lleno de envidia le reclamara al Señor preguntándole porqué me hizo con ojos cafés, miope y con astigmatismo. Una buena forma de combatir un corazón que tiende a la envidia y mantenerlo sano es alabar las cosas buenas que los demás tienen y aplaudir a quienes van delante de nosotros o han alcanzado el éxito.

Eclesiastés 4: 4 explica: He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

En este caso se refiere a lo vano y doloroso que es la envidia. Si haces las cosas bien, trabajas con entusiasmo y haces horas extras, te pones en peligro de que alguno asegure que deseas arrebatarle el puesto. Pero no debe importarte porque es una obligación hacer bien las cosas, aunque hablen de ti ya que es normal que se levanten las voces de la envidia. Tal vez no te han dado el aumento de sueldo y la gente ya está criticando, quizá no te han dado el contrato pero ya hay quien diga que has hecho algo corrupto, pero no debe importarte porque lo valioso es el esfuerzo que haces y los logros que obtienes para la gloria del Señor.

Algunos casos de envidia

Génesis 4: 1-7 cuenta: Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

A Caín le cambió el semblante porque eso sucede con los envidiosos y todos sabemos el trágico final de la historia, ya que Caín mató a su hermano por envidia. Claro que es una situación extrema a la que no llegarás, pero ¿qué sientes cuando destaca un compañero de estudios? Alguien me dijo que la envidia es el deporte favorito de los humanos y debemos lograr que no sea así. Muchos se sienten siempre en desventaja y si pierden en el fútbol u otro deporte, dicen que es natural ya que jugaron con quienes tenían tenis de marca porque son “hijitos de papi”. Esa voz de envidia se escucha por todas partes, en las oficinas, entre las señoras que toman café en medio de murmuraciones sobre los vecinos, amigos y familiares. Lo peor es que se habla sin tener pruebas, se levantan falsos testimonios y difamaciones, lo que además, es pecado.

Hechos 7:8-10 también relata: Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

La envidia es una fuerza capaz de movernos hacia lo negativo. La envidia movió a once patriarcas a ¡vender a su propio hermano! Y todo porque Dios le envió un par de sueños y el padre le regaló una túnica de colores. Así que José salió con su traje a contar los sueños a sus hermanos porque nunca se le ocurrió que le harían daño. Pero los hermanos llenos de envidia lo vendieron como esclavo y José fue a parar a Egipto, donde finalmente prosperó porque Dios estaba con él. Debes hacer las cosas con excelencia porque Dios está contigo y se encargará de que la envidia disminuya y puedas lidiar con ella.

Por envidia o por amor

El apóstol Pablo dice en Filipenses 1:15-18: Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

Con estas palabras, Pablo dio en el blanco porque al notar que algunos le envidiaban aunque estaba en la cárcel, hace ver que la motivación del corazón es lo que importa. ¿Qué te moverá a sacar buenas notas? ¿El deseo por superarte y agradecer a tus padres su esfuerzo o hacer sentir de menos a tus compañeros? ¿Comprarás ese auto o casa nuevos para bendecir a tu familia o por presumir? Las mismas acciones en dos seres humanos pueden tener distintas motivaciones y lo mejor es hacer todo con la motivación correcta, por amor al Señor y a quienes te rodean.

Un hijo de Dios no puede tener sentimientos de envidia y rencor dentro del corazón. Su vida y proceder deben ser puros, honestos y correctos. Volviendo a la parábola de las minas, no creo que quien produjo diez lo haya hecho para quitarle la suya al que no produjo. De ser esa su motivación, seguramente Dios no lo hubiera premiado. Pídele al Señor que te ayude a hacer las cosas por amor.

El peor caso de envidia

Mateo 27:15-18 habla sobre el momento cuando condenaron a Jesús a morir en la cruz: Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado.

¡La envidia fue el motivo por el cual Jesús fue condenado a muerte! Seguramente cuando Pilato preguntó a quién deseaban liberar, allí se encontraban todas las personas a quienes Él había hecho bien: la mamá del joven ciego, los diez leprosos, la mujer con flujo de sangre, pero gritaron que soltaran a barrabás porque el corazón de los fariseos y sacerdotes estaba lleno de la envidia que corrompió a todos. Así que es imprescindible que saques de tu corazón la más mínima porción de envidia que exista ya que es capaz de corromperte sin que lo notes. Esto es delicado porque seguramente los hermanos de José y el pueblo de Israel nunca midieron el alcance que tendrían sus acciones movidas por la envidia. Alégrate por el bien ajeno y esfuérzate por tener buenos resultados para superarte y bendecir a otros.

No permitas que la envidia entre en tu vida porque tal vez no quieras matar a nadie, pero te incomoda que las personas salgan adelante y eso es incorrecto. Busca que tu familia prospere, pero no para competir con otros, sino para vivir tranquilos y felices. No busques tener el novio o novia más atractivo o bonita para que otros vean que eres capaz de conquistar a alguien así. Entrégale tu corazón a Jesús para que te examine y te motive a hacer las cosas por amor, no por envidia. Dale gracias por Su poder y por la misericordia que te regala para que seas limpio de todo sentimiento incorrecto. Muévete a obrar bien y a ser mejor cada día, aplaude los logros que otros alcanzan y aprovecha las oportunidades que vienen del Señor para ser exitoso en todo lo que emprendas.

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